jueves, 18 de marzo de 2010

La muerte una verdad absoluta.

En varias ocasiones se ha dicho que no hay verdades absolutas, pero sinceramente difiero de ello, pues la muerte es un estado físico en que se deja de existir como cuerpo con figura de humano, para transformarse esto material que se ve en polvo, en cenizas. Estos últimos días he podido constatar que la vida es como una flor que hoy es y mañana ya no es, aunque en mi experiencia, uno de mis seres queridos aun es una flor marchita, que día con día veo cómo se va desgastando, deteriorando a causa de las llamadas enfermedades crónicas.

Como seres humanos buscamos seguridad y por ello es que hacemos y dejamos de hacer cosas, que no necesariamente nos proporcionan seguridad, pero si de algo estamos seguros es que un día fenecerémos, dejaremos de existir en nuestra condición de hombres, pero a pesar de, hablamos de la muerte como algo que tendrá que ocurrir en algún momento, internamente lo visualizamos como realmente lejano porque estamos jóvenes, pero la realidad es otra, la muerte no le pide permiso a nadie, y se enferman y mueren débiles y fuertes, ricos y pobres, chicos y grandes, no hay jerarquía en ello.


La vida no la tenemos comprada, y la modernidad ha traído como beneficio que se puede alargar la vida de un paciente, con un poco de calidad, pues ésta disminuye en gran manera al ser afectada por las enfermedades crónicas.

Por otro lado también en medio de la modernidad podemos percibir que el ser humano se deshumaniza, y de los médicos no se diga, así como encontramos algunos con ética, contados por cierto, así mismo desafortunadamente los hay aquéllos que aparentemente pierden esa parte humana ante los pacientes y con tanta crueldad pueden decir al enfermo: "si no funciona el tratamiento, pues ni modo se muere".

Después de tres años y medio que hemos andado en hospitales, no sólo ha sido desgastante, sino también he tenido la oportunidad de concientizar que todas las cosas nos ayudan a bien, el cultivar paciencia por ejemplo, el cultivar un carácter, a crecer como ser humano, para que en un futuro no vaya a ser como lo dijo algún filósofo un "burro cargado de letras".

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