martes, 30 de marzo de 2010

Cuando las cosas se hacen con pasión.

Cada acción o reacción de nuestro ser refleja en gran medida lo que en el fondo somos, el ejercicio profesional no escapa a ello; en estos días he observado que la pasión que todavía tienen algunos hacia lo que se hacen, llegan a mover corazones de otra gente, impactan, me refiero a los quehaceres de una enfermera, así como hay personas con poco compromiso para llevar a cabo lo que deben hacer, hay quienes se apasionan por lo que hacen, y lo realizan con ánimo tan positivo que contagian a otros, que en este caso son los enfermos.

Un gran número de la población en México se ha dicho oficialmente padece la llamada enfermedad de la diabetes; hace algunos años sólo se escuchaba que era una enfermedad padecida por los adultos, pero ahora ocupamos uno de los primeros lugares como país, tanto en los niños como en jóvenes, y uno de los primeros problemas que la determina es la obesidad. Se debe en parte, dicen los expertos, a la vida sedentaria que hemos estado llevando estos últimos años y el tipo de alimentación que tenemos. Antes había más creatividad hacia los juegos, donde interectauábamos con otros, pero ahora un niño, puede pasarse horas y horas frente al televisor o entretenidos con los juegos que la tecnología ha arrojado, aunado a ello la falta de una correcta alimentación y el consumo de alimento chatarra.


La diabetes es una de las múltiples enfermedades de las que no podemos estar orgullos como mexicanos de ocupar un lugar en la tabla de posiciones, que aunque "genera" mayor empleo, pues para ello se requiere de atención médica, así como la ocupación de más médicos y enfermeras (os), no es tema que nos provoque una satisfacción, pues denota una falta grave de salud pública; no obstante, me alegra saber que a pesar de todo los males que existen, aun hay gente comprometida con lo que hace, siempre con una sonrrisa y palabra de aliento al que lo necesita, ya que si de una obligación se trata, bastaría sólo con hacer lo que se tiene que hacer y punto, pero afortunadamente se añade un plus a lo que se tiene que hacer, pues no falta un chiste y por qué no hasta una ironía en la comunicación enfermera (o)-paciente.

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